domingo, 30 de junio de 2013

Vinten y su perro Capitan.




Vinten y su perro Capitán.



Nadie sabe como y de donde apareció, pero  una mañana estaba ahí, en la parada del ómnibus. De pelo canoso y de piel curtida, era difícil calcular su edad.

Vestía un traje antiguo y zapatos viejos, todo su aspecto mostraba cierto abandono.

A su lado un perro, de igual aspecto siempre vigilante de todos los movimientos.

Todas las mañanas, con una radio vieja, se instalaba en la parada.

Con su mano extendida, pedía monedas a todas las personas que llegaban a la parada y en un intento de decir alguna palabra, gritaba  “vinten…vinten…” y al ver la moneda en su mano, se la mostraba a su perro, a la vez que dejaba ver sus pocos dientes a través de una risa loca.

Los niños parecían ser su debilidad. Con un gesto amistoso se les acercaba, acariciando sus cabezas. Fue uno de esos niños que un día lo empezó a llamar  “vinten” y a su perro lo llamaron “Capitán”.

Los días  transcurrían con la misma rutina, es decir, Vinten pidiendo sus monedas y sus escapadas hasta la panadería a comprar pan.

Una de esas mañanas de invierno, parecía  ser una más de muchas, la parada estaba repleta con gente y niños, esperando el ómnibus, rumbo a la escuela.

En un momento determinado uno de los niños intenta cruzar la calle, sin advertir que un auto venia en el otro sentido.

Una de las madres tratando de evitar lo que ya era una desgracia, le grita para que no cruce…pero ya era tarde…

Vinten siente el grito de la mujer, y busca rápidamente con la mirada lo que esta pasando. Es entonces que en el acto, corre a interceptar al niño, recibiendo como consecuencia, un golpe brutal por el auto, que lo único que pudo hacer fue, frenar más adelante, luego de impactar a Vinten… 

Este esta tendido en el piso, tiene sus ojos abiertos y esta mirando el cielo; una sonrisa triste esta dibujada en el rostro.

La gente a hecho un circulo a su alrededor, hay niños llorando, su perro capitán ladra sin parar, como anticipando un final…

Para una camioneta, y rompe el circulo de gente que lo esta rodeando, inmediatamente cargan el cuerpo de Vinten.

Rápidamente parten rápido tocando bocina para ir abriendo camino. Capitán corre detrás y ambos se pierden de vista en la avenida…

Esa mañana la tristeza se había apoderado del lugar, el niño se había salvado, ¿pero Vinten?

…han pasado ya unos días de lo sucedido, nadie pregunta que pasó con Vinten, hay un especie de pacto de la gente, que siente que lo peor sucedió.

Nadie sabe mucho de cómo fue la vida de Vinten, si tenía familia o donde vivía, sin embargo se sabe como murió. Vino a esta vida pobre y algunos pueden decir, que se fue aun más pobre perdiendo  lo único que tenía que era su propia vida.

Durante mucho tiempo estuvo ahí en la parada, con su brazo extendido y su mirada fija pidiendo una moneda, aferrándose a ella como el último suspiro.

Su muerte desnudó, la verdadera intención, es decir pidió por el hecho de estar perdido en el pasillo de las necesidades, pero lo trascendente para Vinten era construir el momento, con quien le daba esa moneda, edificando un instante eterno entre ambas miradas.

En definitiva no murió por una moneda, o por ser pobre, murió por hacerle un guiño a la vida, pidiendo ayuda para salir de ese laberinto de soledad.

El que sigue viniendo todos los días es “capitán”, que siguiendo aquella rutina, camina entre la gente, buscando la caricia y los juegos con los niños.

…ahí puede verse todos los días a Vinten.


Carlos Romero.


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