lunes, 21 de marzo de 2016

El utimo dia de clases.



                                       El ultimo día de clases…el poema que no se pudo leer.


El patio de la escuela esta vestido de fiesta. Es que es el día  final de clases.
Todo está en su lugar,  los niños más pequeños adelante, con ojos bien abiertos son los espectadores  de lujo;  en el frente del acto, los abanderados, formados prolijamente, sosteniendo con orgullo las banderas. A la derecha, los que definitivamente tendrán su ultimo día en la escuela, ellos son los niños de sexto…
Por último los padres, familiares y maestros, ocupando un lugar de privilegio en el patio, con caras de orgullo y de emoción.
Todo es simbólico y nada falta…bailes, canciones, discursos, poesías…todo mezclado con la nostalgia de saber que mañana ya no habrá lunes en la escuela y que una nueva historia se comenzará a escribir. Cada uno deberá  guardar para siempre nombres, caras y momentos.
Recordar que fue en la escuela donde cada uno construyó los cimientos de una forma de vivir.
Mirar hacia el futuro, buscando que hacer y quien ser, es el tiempo de construir el mundo de cada uno y fundamentalmente soñar,  buscando siempre hacer realidad esos sueños…

No existiría todo esto, si todos estos años no hubiese estado papá o mamá a la salida de la escuela, esperando con una sonrisa, para dar el beso, el abrazo, e ir caminado, tomados de la mano, todo como un camino mágico e imaginario, pacientemente  construido entre la escuela y casa.
Finalmente quedará allí como en un ritual la túnica doblada cuidadosamente sobre la silla como esperando el paso del tiempo…
Es para ellos, para mamá, papá o los abuelos, el poema que por haber llorado, esa mañana no se pudo leer…


No sé cuánto tiempo paso,
si fue ayer, hace un año o mucho tiempo,
solo guardo el recuerdo de estar a tu lado,
agarrado muy fuerte de la mano.

El portón abierto de la escuela
y la maestra esperando,
entrar al patio, mirándote ,
todo como un puente imaginario.

La escuela fue mi mundo
mi casa; mis sueños; mis miedos;
mis amigos; mis maestros,
mis lápices y mis cuadernos.

Aquí baile, llore y reí
y mil veces aprendí
pero siempre, a la hora de la salida
esperándome estabas tú ahí.

Caminar hasta casa a tu lado,
simplemente hablando,
hacer los deberes contigo,
tu paciencia y tus ganas,
escribir muchas veces
sin sentir que te cansaras…

Hoy cruzo el portón nuevamente
y tengo mi mochila a pleno
llevo todos mis cuadernos
y en mi cartuchera, los recuerdos.

Como el primer día
quiero de nuevo
tomar muy fuerte tu mano,
caminar hacia casa muy despacio como deteniendo el tiempo
quiero regalarte a ti mis cuadernos
para que todo se vuelva infinitamente eterno…



Carlos Romero