Vinten
y su perro Capitán.
Nadie
sabe como y de donde apareció, pero una
mañana estaba ahí, en la parada del ómnibus. De pelo canoso y de piel
curtida, era difícil calcular su edad.
Vestía
un traje antiguo y zapatos viejos, todo su aspecto mostraba cierto abandono.
A
su lado un perro, de igual
aspecto siempre vigilante de todos los movimientos.
Todas
las mañanas, con una radio vieja, se instalaba en la parada.
Con
su mano extendida, pedía monedas a todas las personas que llegaban a la parada
y en un intento de decir alguna palabra, gritaba “vinten…vinten…” y al ver la moneda en
su mano, se la mostraba a su perro, a la vez que dejaba ver sus pocos dientes a
través de una risa loca.
Los
niños parecían ser su debilidad. Con un gesto amistoso se les acercaba, acariciando
sus cabezas. Fue uno de esos niños que un día lo empezó a llamar “vinten” y a su perro lo
llamaron “Capitán”.
Los
días transcurrían con la
misma rutina, es decir, Vinten pidiendo sus monedas y sus escapadas hasta la panadería a comprar pan.
Una
de esas mañanas de invierno, parecía ser
una más de muchas, la parada estaba repleta con
gente y niños, esperando el ómnibus, rumbo a la escuela.
En
un momento determinado uno de los niños intenta cruzar la calle, sin advertir
que un auto venia en el otro sentido.
Una
de las madres tratando de evitar lo que ya era una desgracia, le grita para que
no cruce…pero ya era tarde…
Vinten
siente el grito de la mujer, y busca rápidamente con la mirada lo que esta
pasando. Es entonces que en el acto, corre a interceptar al niño, recibiendo
como consecuencia, un golpe brutal por el auto, que lo único que pudo hacer fue,
frenar más adelante, luego de impactar a Vinten…
Este
esta tendido en el piso, tiene
sus ojos abiertos y esta mirando el cielo; una sonrisa triste esta dibujada en
el rostro.
La
gente a hecho un circulo a su alrededor, hay niños llorando, su perro capitán
ladra sin parar, como anticipando un final…
Para
una camioneta, y rompe el circulo de gente que lo esta rodeando, inmediatamente
cargan el cuerpo de Vinten.
Rápidamente
parten rápido tocando bocina para ir abriendo camino. Capitán corre detrás y
ambos se pierden de vista en la avenida…
Esa
mañana la tristeza se había apoderado del lugar, el niño se había salvado, ¿pero
Vinten?
…han
pasado ya unos días de lo sucedido, nadie pregunta que pasó con Vinten, hay un
especie de pacto de la gente, que siente que lo peor sucedió.
Nadie
sabe mucho de cómo fue la vida de Vinten, si tenía familia o donde vivía, sin
embargo se sabe como murió. Vino a esta vida pobre y algunos pueden decir, que
se fue aun más pobre perdiendo lo
único que tenía que era su propia vida.
Durante
mucho tiempo estuvo ahí en la parada, con su brazo extendido y su mirada fija
pidiendo una moneda, aferrándose a ella como el último suspiro.
Su
muerte desnudó, la verdadera intención, es decir pidió por el hecho de estar
perdido en el pasillo de las necesidades, pero lo trascendente para Vinten era
construir el momento, con quien le daba esa moneda, edificando un instante
eterno entre ambas miradas.
En
definitiva no murió por una moneda, o por ser pobre, murió por hacerle un guiño
a la vida, pidiendo ayuda para salir de ese laberinto de soledad.
El
que sigue viniendo todos los días es “capitán”, que siguiendo aquella rutina,
camina entre la gente, buscando la caricia y los juegos con los niños.
…ahí
puede verse todos los días a Vinten.
Carlos
Romero.